LÁGRIMAS EN EL MAR – IV

LÁGRIMAS EN EL MAR

Ya amanece, niño, ya empieza a clarear por el este, se acerca Helios en su carro dorado anunciando el fin de la noche, e igual se acerca el final de esta historia.

Como te digo, Zeus ya no sabiendo cómo esconder a Arcas de la furia de su esposa, que acababa de descubrir que no solo le había vuelto a deshonrar años atrás con Calisto, y la había salvado de su ira elevándola en forma de osa a los cielos, sino que secretamente había tenido un hijo con ella y le había ocultado hasta ese momento de ella, decidió que ya no habría salvación ni tranquilidad para su hijo en la Tierra, y solo se le ocurrió transformarle en oso, como hizo con su madre décadas atrás, y reunirla con ella en el cielo, lejos de la ira de Artemisa y de Hera, las dos diosas más furibundas y rencorosas, y a su vez pagar por fin con un poco de dicha a la ninfa a la que había destrozado la vida, haciéndola reunirse al fin con el hijo que jamás pudo abrazar ni sentir su calor, y solo había podido observar desde el cielo por las noches, sin que él supiera siquiera que su madre le lanzaba besos desde el cielo.

Y así, por siempre y para siempre, madre e hijo se reunieron en el cielo estrellado, con forma de osos ambos, caminando juntos haciendo compañía a Selene, y a salvo de los tejemanejes de los dioses de la tierra. Y ahí los tienes, delante, siempre bien visibles en las noches sin nubes. Madre e hijo juntos, al lado de la luna, tantas veces los has visto caminando por los cielos, pero no conocías su historia: Calisto, la Osa Mayor, y a su vera, bajo su protección, lo que llamáis la Osa Menor, su hijo Arcas, danzando eternamente por el horizonte nocturno haciendo compañía a la diosa Luna.

Más, si no es un final triste, tampoco es un final feliz, niño. Como es la vida, dulce y amarga a la vez, así son siempre los finales de las verdaderas historias. Madre e hijo se salvaron del castigo eterno de unas diosas despechadas, y eran felices en los cielos nocturnos bajando y subiendo del horizonte cada noche, descansando y paseando y charlando y durmiendo hasta que, un mal día, Hera, que nunca acepta una derrota totalmente, se quejó a la Titánide Tetis, hija de Urano y de Gea, y niñera de la misma Hera cuando nació, Tetis, la personificación de los ríos y lago de agua dulce, era a la vez esposa de Océano, el dios-mar , dios de todo el agua salada del planeta, y Tetis atendiendo a las quejas de Hera por su nueva deshonra y que en premio a esa infidelidad la amante de Zeus y su hijo se hubieran ganado la inmortalidad, y como odiaba la intrusión de Calisto en el lecho de su ahijada hizo que su esposo Océano prohibiera a ambas constelaciones que jamás tocasen agua alguna. Y es por eso que ni la Osa Mayor ni la Osa Menor salen ni se ponen nunca como sí hacen otras constelaciones de estrellas, por eso son circumpolares y siempre están visibles desde el inicio de la noche al fin, girando por el horizonte pero sin bajar nunca del cielo, guiando a las embarcaciones con su brillo y su estrella polar durante toda la travesía, pues tienen prohibido esconderse ni reposar jamás bajo el mar. Y es por ello que ambos osos de vez en cuando lloran amargamente en forma de tormentas marinas pues están condenados a ver debajo suya el hermoso océano hermosamente reflejado de estrellas, y ver como el resto de constelaciones de los cielos y séquito de Selene pueden bañarse en las aguas y ellos solo pueden mirar.

Y hasta aquí mi historia, niño. Ya está amaneciendo y en un minuto desaparecerán de tu vista, por si quieres despedirte de ellos y apiadarte de su historia, es el momento. Y recuerda pedir a la Luna que les reconforte lo que pueda de sus penas y les haga felices en su regazo.

~ por almarrota en 17 marzo, 2023.

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